martes, 29 de enero de 2013

“En Paraná la gente tiene corazón, es caliente”

Dennis Still, un personaje que se transformó en una leyenda viviente…



No fue un virtuoso ni un talentoso del básquet, pero su carisma, su entereza física y su simpatía lo transformaron en uno de los extranjeros más queridos, admirados y distinguidos. Su presencia con la camiseta de Echagüe marcó una época difícil de olvidar. El hombre de hierro con cara angelical volvió después de 15 años y habló de su presente, su pasado, su vínculo con el AEC, su amor por Paraná entro otras cosas.
No habían pasado las 14.30 en Paraná cuando Dennis Still ingresó al estadio de Echagüe. Camarita en mano, filmando todo y a los gritos. Así lo hizo. Su cara de juguetería no hizo más que confirmar que la felicidad estaba dentro de su cuerpo.
En el parqué del Luis Butta los veteranos de Echagüe inevitablemente se dieron vuelta para observar que tanto bullicio fue lo que causó el parate del partido. Y claro, el centro de la escena pasó a ser él, ese hombre musculoso, grandote y de amplia sonrisa. Abrazos, saludos, chistes, recuerdos y las fotos de rigor.
El protagonista en cuestión es uno de los extranjeros más carismáticos que pasó por Echagüe, por Paraná y por Argentina. Es el gran Dennis George Still, aquel moreno que llenó de grandes momentos una época en la cual el AEC sin dudas era el equipo de la provincia y el principal responsable de hacer vibrar a toda una ciudad.
Con algunos kilos de más pero con la misma contextura física con la que sorprendió e intimidó dentro y fuera de la cancha, así apareció en escena.
Imposible olvidarse de él. Nacido en Islas Vírgenes, Still no sobresalió por su talento, sino por su inigualable capacidad rebotera.
Los veteranos de Echagüe lo invitaron a jugar, pero él se negó. Pidió la pelota y se colocó de árbitro. No paró de sonreír.
– ¿Qué es de tu vida Dennis?
– Estoy viviendo en Overland Parks, en Kansas. Ahí tengo un gimnasio donde se puede practicar y aprender diferentes deportes. Al gimnasio van chicos de entre 7 y 20 años. Me gusta donde estoy porque es muy tranquilo y trabajo en lo que me da placer.
– ¿Sos entrenador de algún equipo?
– No, en mi gimnasio a los chicos les enseñamos a jugar al básquet. No soy entrenador de un equipo, eso no me gusta, sí enseñar. Trabajo mucho con los chicos porque me gusta ver cómo aprenden.
¿Y aprovechás tu gimnasio para jugar al básquet?
– No, no juego más. No estoy bien de la rodilla. Ya no puedo jugar. Sólo entreno a los más jóvenes.
– ¿Extrañas Paraná?
– Muchísimo, no sabés lo que extraño Paraná. Yo amo Paraná.
– ¿Hacía mucho que no venías?
– Hacía 15 años que no venía. Ustedes no saben cómo se extraña esta ciudad, cómo la quiero. Jugué en distintos países, en muchas ciudades, pero ninguna es como Paraná. Es más, mi segunda hija nació acá. ¡Cómo no voy a querer a Paraná! Y a mi mujer también le encanta venir. Ella era muy chica cuando se vino a la Argentina conmigo. Y también le gusta.
– ¿Y en las otras ciudades que jugaste también tenés esta afinidad?
– No. A Paraná vine a los 26 o 27 años, estuve en Francia, en Filipinas y en Turquía. También anduve en Uruguay, donde fui tres veces campeón con Biguá. También en Chile. Después en Argentina lo hice en Gálvez, en San Nicolás y en Buenos Aires. Jugué hasta los 39 años y anduve por muchos lugares, pero ninguna es como Paraná. Me encanta estar acá.
– Acá la gente siempre te recuerda.
– Y yo también. Extraño mucho la gente, el cariño. En Paraná pasé los mejores años de mi vida. Acá la gente tiene corazón, es caliente…Y lo más lindo es que me quieren… ¿Cómo estás Dennis?, tanto tiempo… ¡Vamos a casa a tomar unos mates!... O no, man, que cosa linda Paraná.
– ¿Y vos que le decís a esa gente que te saluda por las calles?
– ¿Mate? Mate no, vamos a tomar una cervecita... (risas). No hay cervezas como la de Argentina. Es la más rica. Te lo juro. En Estados Unidos no es lo mismo, no es rica como acá.
–En Paraná hiciste muchos amigos, entre ellos los dirigentes.
– Sí, acá tengo muchísimos amigos. El Chungo Butta es mi amigo. Una gran persona. Conmigo fue un buen hombre. Siempre me pregunta dónde estoy, cómo ando, qué necesito. Después tengo otros grandes amigos.
– Hoy tenés muchas amistades y disfrutás de ellas, ¿pero cómo fue cuando por primera vez te dijeron que ibas a jugar en Argentina?
– No sabía que existía. Yo pensaba en...bububububu, que acá eran todos indios… No entendía nada. Después me dijeron que iba a jugar a Paraná. ¿Paraná? Yo confundía Paraná con piraña. Pensaba, voy a ir a la ciudad de las pirañas…. (risas). Mi familia me decía, no, no vas a ir ahí.
– ¿Y te viniste igual?
– Sí, claro. Y cuando llego por primera vez lo veo al Chungo Butta que me recibe con un mate. Y chupaba. Yo dije esto es marihuana. ¿Dónde estoy? Lo veo y le digo “fumas marihuana”…No, esto es mate, me dijo. Yo qué sabía lo que era el mate. Qué lindo recuerdo. Así llegué a Echagüe.
Chungo Butta: “Fue un verdadero personaje”
Hacía muchos años que Orlando Chungo Butta y Dennis Still no se volvían a encontrar. En su momento, uno como dirigente y el otro como jugador, entablaron una relación muy profunda, la que el día de hoy se conserva a pesar de la distancia.
Así como Still fue muy importante para Echagüe, Butta también lo fue para Still. Entonces, entre los dos vivieron historias increíbles.
“Dennis es un personaje de aquellos. Un tipo carismático que se hace querer. Y en Paraná gente lo quiso mucho por su personalidad divertida que aún conserva. No creo que Paraná repita historias tan profundas con Dennis como con Charles Parker…Eran otras épocas, otra manera de vivir la Liga”, dijo al respecto.
- ¿Cómo fue que Dennis llegó a Echagüe?
- Fue en la Liga del 86, reemplazó a Glenn Shudopp, que por bajo rendimiento lo cedimos a Tomás de Rocamora. En aquel entonces León Najnudel dirigía la selección Argentina. Yo a él le preguntaba todo. No sé cómo pero León sabía todo. “León quiero traer un tal Dennis Still”, le consulté... “Haaa, sí, un pívot grandote, de ojitos claros. Traelo, a Echagüe le va a servir un montón. Es fuerte y rebotero. Eso sí, tirando libres no le pega ni al océano”, me dijo. Y fue así, tal cual León me lo pintó.
- ¿Qué recordás de Dennis?
- Muchas cosas. Todos saben que Dennis no sabía tirar los libres. Un día llego al club y él estaba tirando al aro, entonces le dije, “Dennis yo te voy a enseñar a tirar libres”. “¿Vos?”, respondió, “Si, yo”. Él siempre fue muy duro, muy trabado para tirar, entonces le pedí que lanzara los libres como un maricón, que se mueva y que quiebre la muñeca. Se lo dije enserio, sin hacerle bromas. Él lo hizo y un par de libres metió. “¿Viste, tenés que tirar como yo te digo, más flojo”. Y me respondió, “No, yo como maricón nunca voy a tirar”.
- Un personaje enserio.
- Pero sí, aunque también había veces que quería matarlo. Un día lo quise c… a trompadas. Yo estaba loco, fuera de sí. Me calenté porque nos ofrecieron un hotel en Carlos Paz porque teníamos que jugar con Atenas en Córdoba. Y ese hotel nos convenía. Cuando llegamos era un hotel de los chicos que van de viaje de estudio, con todas camas cucheta. Dennis empezó a los gritos que no se iba a quedar acá. Yo lo quería calmar, pero me calenté tanto que lo quería pelear. Y él, para no seguirme la corriente, se dio vuelta, miró la pared y se tapó los oídos. Creo que fue la primera vez que hablé en inglés porque lo putee de arriba abajo. Hoy lo pienso y digo que tarado, cómo me iba a pelear con semejante bestia. Fue ahí que Dennis desapareció, no lo podíamos encontrar. Apareció al otro día solo. Ese viaje le ganamos a Atenas de visitante. No me olvido más.
- ¿Cuál es la anécdota que siempre contás?
- Cuando llegaba la fecha de pago y no llegábamos con la plata a Dennis lo invitábamos a pescar. Como para entretenerlo un poco. Él era loco de la pesca y para calmarlo lo llevábamos en lancha a la isla. Volvía re entusiasmado y nos daba tiempo para buscar plata. Un día sacó un patí y volvió tan enloquecido que llevó el pescado al club debajo del brazo. Se los mostraba a todos… (risas). Estaba loco de contento. Era una criatura. Siempre fue una criatura, un verdadero personaje.
Echagüe, su pasión
– ¿Qué es para vos Echagüe?
– A Echagüe lo quiero como a un hijo, como una hermana, como a una novia. Echagüe es parte de mi familia. La primera vez que vine a jugar a Sudamérica fue a Paraná y yo cuando vine no sabía nada de Argentina, no conocía a nadie y no sabía hablar castellano. Trabajé duro para poder aprender y hablar este idioma. Hoy tengo muchos amigos y con ellos hablo castellano. Todo eso fue gracias a Echagüe.
– ¿Y tu primera vez en el equipo, las primeras prácticas en Paraná?
– También me acuerdo. Las primeras veces mis compañeros me saludaban, “Hey Dennis, cómo estás Bobo…pasala Bobo, corre Bobo…Yo estaba contento porque me habían puesto Bobo. Y me gustaba, me parecía una buena palabra. ¿Bobo?, ¿qué es Bobo?, me preguntó mi señora. Yo no sabía castellano. La buscamos y entendimos lo que era Bobo. En la práctica siguiente pegué varios codazos…¡Tomá Bobo, ahí tenés Bobo!
– Así te recibieron.
– Sí, así. Mis grandes amigos. Acá jugué con muchos amigos. Siempre me acuerdo de Sebastián (Uranga), Aníbal (Sánchez), Ricardo (De Cecco), Miguel (Zandomeni). Y también recuerdo a Carlos (Delfino). Ahora el hijo juega en la NBA. Me acuerdo cuando Carlitos venía a las prácticas y era chiquito… Ahora está en la NBA.
– ¿Y qué recuerdos tenés de aquel equipo de Echagüe?
– Me acuerdo de Lulu (Luis Chuzo González). Ese sí que la metía. Cuando estaba caliente la metía, la metía y la metía. Y cuando estaba frío erraba y erraba. ¡Huuu!, pero como metía. Eso sí, no defendía nunca (risas).
– En esa Liga Nacional del 88 el Chuzo González fue el goleador del campeonato y vos el máximo rebotero. ¿Te acordás?
– Sí, sí, me acuerdo. Yo sabía que tenía que hacer mi trabajo, que era cortinar y rebotear. En ataque tenía que poner cortinas fuertes y que nadie pase para que Lulu tirara solo. Después, tenía que agarrar rebotes. Ese era mi trabajo y yo sabía que no podía fallar.
– ¿No te perdonabas el no cumplir con lo que te pedían?
– Exacto. Yo tenía que cumplir con lo que tenía que hacer. Ese equipo de Echagüe hizo un gran campeonato porque cada uno de nosotros cumplía con lo que tenía que hacer. Los equipos se forman así, cada uno en lo suyo. Si no cumplís con tu trabajo es difícil que el equipo gane.
– ¿Sabías que seguís siendo el máximo rebotero en la historia de la Liga Nacional?
– ¿En serio? Qué bueno. Siempre me gustó agarrar rebotes. Ser el dueño del aro. En Chile hubo cinco fechas que tomé 30 rebotes por partidos. Ese era mi trabajo. Y creo que cumplí.
Dennis, el profesor
Still se mostró muy entusiasmado en regresar más seguido a Paraná. Lo hizo a partir de una propuesta que está amasando gracias a la experiencia que cosechó en los Estados Unidos como entrenador.
“Quiero hacer un Campus para chicos acá en Paraná. Voy hablar con Sebastián (Uranga, DT de Echagüe) y con Lulu (Luis González, Subsecretario de Deportes de Entre Ríos) para contarles de mis ideas. Y si puedo también voy a hablar con Charles (Parker) para ver si podemos viajar juntos. Quiero enseñarle a los más chicos, ¿sabes qué lindo sería?”, comentó.
En Overland Park, Kansas, Still es propietario de un gimnasio, el que cuenta con una escuela de básquet, football americano, fútbol y voley.
“Aprenda de un profesional”, dice su tarjeta personal. Su gimnasio se llama Ol School Sports Academy. A Dennis sus alumnos lo llaman el Profesor D”.
En las alturas, el mejor
La capacidad rebotera de Dennis Still fue inigualable, a tal punto que al día de la fecha ningún jugador pudo acercarse a los registros alcanzados por el ex pivot de Echagüe. Still en seis campeonatos fue el máximo rebotero.

Still marcando a un rival.

Still junto al equipo de veteranos de Echagüe.

Orlando Butta, José Cottonaro, Alejandro Dilenque y Dennis Still, en la Liga Nacional del 90.

Fuente: Pablo Rochi - El Diario de Paraná

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